
Escapar del Castillo de If llegando hasta la playa. Partir en busca de la pregunta por el sentido del ser. Tal vez pactando con Mefistófeles, o quizás escuchando la novena.
Entender como enfrentarse a la policía del pensamiento, si es que eso es posible, para vivir en la casa torcida. Sin renunciar a adentrarse en lo más profundo del dolor y la esquizofrenia hasta el mismísimo corazón de las tinieblas.
Es posible que te preguntes cual es la mejor historia, el mejor libro, la mejor novela para disfrutar en la playa. La respuesta es sencilla.
Hoy, el jugador ha muerto. O tal vez ayer, no sé.